Escrito por Nicole Loynaz
La comunicación en la pareja es un tema muy discutido a nivel de la psicología. Y sí, es importante expresar lo que se siente, llegar a acuerdos, negociar. Pero, ¿por qué hay tanta falta en la comunicación cuando se trata de relacionarse en pareja? ¿Qué es lo que nos impide conectarnos con el otro de manera fluida y duradera?
En la consulta suelo escuchar frases como: “El problema es que no me entiende. Parece que hablamos dos lenguajes diferentes”.
Sobre la última, deseo hacer una pausa y empatizar. Cada persona tiene un sistema de creencias que se ha forjado a lo largo de su vida, mediante vivencias derivadas de su entorno socio-cultural, del mito familiar y experiencias únicas e irrepetibles que van dejando marcas en la historia de cada quien. De esta manera se va a desarrollar una red simbólica compleja y única que fija nuestra percepción del mundo, y más allá de eso, que dicta los roles en los que decidimos implicarnos en nuestras vidas.
Entonces, se podría plantear que sí, en la relación de pareja hablamos dos lenguajes diferentes, aunque en el mismo idioma. Dos redes simbólicas que van a estar confinadas dentro de un mismo espacio, el terreno de la relación. El relacionarse, en la actividad de pareja, no va a consistir entonces en que el otro me entienda a cabalidad. Porque las representaciones que cada uno tiene de mundo no va igualar a las del otro. El relacionarse va a implicar tomarse el tiempo de conocer, aunque sin comprender, al otro en su diferencia y sí entender que la falta de comunicación va a ser parte de la misma relación. Por la gran diferencia que se presenta entre uno y otro, la falla siempre va a estar.
Sucede que en muchas ocasiones, por la cercanía que se llega a percibir en el amor de pareja, cada quien da por sentado que el otro piensa, y por lo tanto, reacciona igual que yo o debería de hacerlo. Cuando escuchamos una manera de pensar distinta a la nuestra y observamos reacciones diferentes a las que estamos acostumbrados según nuestra experiencia individual, las percibimos como sorpresas inoportunas o sobresaltos; esto tiende a generar fricción y en muchas ocasiones lleva a la desilusión. Por lo tanto, cada uno vive dentro de la ilusión que el lenguaje del otro es idéntico al mío y por ende debe de entenderme o se vive en la ilusión que si aún su percepción no es igual a la mía, por amor, en algún momento lo llegará a ser.
La falta de comunicación o los desencuentros, solo dan a relucir una cosa, son momentos donde nos topamos con la diferencia, o sea, nos topamos con la otredad, la esencia del otro.
No he conocido parejas, ni en mi propia relación, ni he visto todavía un solo caso en el que haya existido un acuerdo inmediato y absoluto sobre tantos de los aspectos de la vida que implican vivir en pareja. Sentir que algún hecho en mi percepción del mundo es obvio o lógico y por lo tanto, deberá serlo así también para el otro, solo habla de nuestra incapacidad de soportar la diferencia.
El relacionarse en pareja tiene sus fallas y no por eso implica que la relación sea fallida. Sostener la relación va a significar tomar un paso atrás y dar espacio a la diferencia, comunicarse, pero también dar lugar a una producción única, nacida de los aportes de ambas partes, dejarse llevar y sorprender por una experiencia no vivida antes, la experiencia de relacionarse en pareja.
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