Escrito por Isabel Garbanzo
Cuando enfrentamos un cambio pensamos que perdemos algo, cuando en realidad con él viene la posibilidad de ganar, ya que el cambio nos oferta una gama de nuevas posibilidades para nuestra vida. Quedarnos aferrados a la comodidad de lo conocido, a lo que fue, limita las nuevas formas, opciones y posibilidades.
Uno de los valores de quien fuera mi mentor, por más de tres décadas decía “Lo único seguro en la vida es el cambio constante, por eso debemos abrazar el cambio en vez de resistirnos a él.” Resistirnos al cambio solo hará más doloroso el proceso de aceptar que el cambio es una constante necesaria en nuestras vidas.
La apertura para abrazar el cambio va de la mano con nuestra capacidad de cerrar etapas, ciclos en nuestra vida. Si nos resistimos al cambio, quedamos “pegados” en la eterna pregunta del ¿por qué? tratando de racionalizar el por qué sucedió, o no sucedió tal o cual situación en nuestra vida, anhelando que no hubiera sucedido así, fantaseando ¿qué podríamos haber hecho diferente?, ¿qué podríamos haber visto a tiempo para impedir que sucediera lo que sucedió? El caminar en el círculo del eterno por qué sin respuesta es desgastante, nos impide avanzar y nos roba la paz. Muchas veces los ¿por qué? nada más no tienen respuesta. A veces, es cuestión de aceptar que en la vida no todo tiene respuesta y que simplemente no se puede todo. Así fue como se dieron las cosas y hay que hacer las paces con eso.
Quizá pasar de preguntarnos el ¿por qué? al ¿para qué?, nos posibilite el abrazar el cambio, y con ello lograr cerrar etapas de nuestras vidas, lograr seguir, con apertura, optimismo y determinación hacia adelante. Si analizamos el ¿para qué? sucedió tal o cual cosa nos abrimos al aprendizaje, a las posibilidades. ¿Para qué perdí un empleo? Quizá para valorar el tiempo que dejamos de dedicar a nuestra familia por poner en prioridad número uno al trabajo. Quizá para caer en cuenta que los trabajos son efímeros, pasajeros, las relaciones con los seres amados, por el contrario permanecen si las cultivamos adecuadamente. Quizá para relacionarnos de una manera más sana y respetuosa con un nuevo jefe, unos nuevos compañeros de trabajo, quizá para finalmente tener el coraje de emprender nuestro propio negocio y para apreciar el valor de administrar nuestro propio tiempo. ¿Para qué perdí esta relación de pareja que idealicé como el sueño cumplido de mi vida? Quizá para aprender que debo amarme a mí en primer lugar antes de esperar ser amado por el otro. Quizá para entender que lo que yo pensaba que era amor, realmente no lo era. Quizá para caer en cuenta que si me aman es por lo que soy y no por lo que doy. Las posibilidades de preguntas y respuestas serán tantas como seres humanos haya y como situaciones vivamos.
Los para qué nos posibilitarán abrazar el cambio, pasar la página, cerrar el capítulo y con entusiasmo dejarnos sorprender por lo que podremos construir en el nuevo capítulo que espera a ser escrito por nosotros como protagonistas de nuestras vidas.
No hay que dejar de reconocer que abrirnos al cambio trae consigo la incertidumbre de lo desconocido, un cierto grado de inseguridad, e incluso miedo, pero ¿por qué no? es lo natural, claro que lo desconocido da miedo, pero hagamos que ese miedo se dé en un grado sano, que nos posibilite seguir en movimiento y no en un grado excesivo que nos paralice.
El pasado ya pasó y podemos visitarlo alguna vez, para analizarlo y aprender de él, pensarlo de otra manera, desde quienes hoy somos y desde ese lugar resignificarlo, agradecerle por lo bueno y lo no tan bueno que nos deparó. El pasado es un lugar para ir de visita, pero no para instalarse ahí. Por amor y respeto a nosotros mismos tenemos que soltarlo, dejarlo ir. Desocupemos el espacio de nuestro pasado dando lugar a nuevas formas en nuestro presente y por consiguiente a nuestro futuro.
De capítulos por mí cerrados he de decir que agradezco eternamente todo lo que mi mentor, de más de tres décadas me enseñó, todo lo que me aportó, su vida centrada en principios y valores no sujetos a negociación, fueron espejo que ayudó a forjar en gran medida el ser humano y la profesional que hoy día soy. En honor a su memoria abrazo el cambio en vez de resistirme a él.
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