Escrito por Nicole Loynaz
Muchas veces podemos observar que hay algún mal que se repite en nuestra historia y solemos pensar que la vida confabula de esa manera en nuestra contra, que no tenemos una implicación en el desarrollo de las circunstancias.
En realidad la implicación que tenemos en nuestras circunstancias es protagónico, aunque no nos demos cuenta de ello. Hay algo que nos moviliza a generar inconscientemente la misma escena aunque sea una escena que nos hace sufrir.
Nuestra mente nos puede llevar a montar escenarios que propician las condiciones para que se despliegue la escena que sufrimos sin percatarnos de ello. Hay una especie de guión invisible que dicta las pautas para formular esas escenas perfectas, y por eso se pueden vivir una y otra vez. Como no nos percatamos de lo que hacemos al reconstruir esas escenas pensamos que lo que se repitió fue el sufrimiento sin ninguna explicación.
Poder observar lo que hacemos para favorecer esa escena no es un trabajo sencillo. Los actos preparativos los ejercemos porque sí, sin cuestionarlos. Nuestra mente es poderosa en ese aspecto, nos convence que los actos que nos lleva a reconstruir la escena son importantes de una u otra forma en nuestra vida, por un lado no los asociamos del todo con la escena de sufrimiento o si los asociamos nos convencemos que esta vez lo podemos ejercer de una manera distinta y que sí vamos a poder manejar la situación aunque ocurriera de nuevo, por ende exponiéndonos deliberadamente a las mismas circunstancias adrede.
En vez de intentar revivir para ponernos a prueba o rechazar la escena de sufrimiento, cosa que nos impulsa a seguirla repitiendo, hagamos una pausa y analicemos: ¿qué estamos repitiendo?
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