5 de mayo del 2020
¿Cuál es la situación que vive cada persona en estos momentos en los cuales, desde su soledad, vivencia una experiencia colectiva, novedosa, y por no decir otra cosa, insólita? Sí, esta pandemia causada por el ya renombrado virus Covid 19 nos hizo despertar y cambiar nuestras costumbres e higiene, y a poner nuestras rutinas de la vida cotidiana, en una pausa indeterminada. Sin embargo, no es una catástrofe, bueno, eso depende de cómo elija vivirlo cada quien desde su subjetividad. Pero la pandemia va a pasar, no se trata de un apocalipsis, sí de una circunstancia que afecta directamente a la economía, marca las inequidades sociales ya existentes, e incrementa los sentimientos de incertidumbre y de estrés en la población entera.
El 7 de marzo anterior, la ciudad de San José vibraba, festejando su festival anual Amón Cultural. Ese día estaba lleno de colores, música y conciertos, comidas típicas, gente alegre, cantando y compartiendo. Se pintaban murales al aire libre y se sentía el aroma de algodón de azúcar y palomitas de maíz. Ese mismo día ya se habían dos casos del nuevo virus en Costa Rica, decían que era una pareja de extranjeros alojados en un hotel, ahí mismo, en el centro de Barrio Amón. Aún no nos podíamos imaginar que nos veríamos afectados, y hAR qué punto, de un virus surgido en un mercado en la Ciudad de Wuhan, China en diciembre anterior.
A dos meses de llegada de la pandemia a nuestro país, están suspendidos los vuelos, hay vuelos humanitarios trayendo a los nacionales de vuelta a casa para que cumplan sus cuarentenas en casa. En Costa Rica estamos orgullosos de nuestro sistema de salud, la CCSS y de la capacidad intelectual de los científicos que están luchando al unísono para desarrollar nuevas tecnologías y medicamentos para combatir esta enfermedad. A la fecha contamos con seis lamentables decesos, y los contagios, se han ido reduciendo. Entendemos que para quienes podemos hacerlo, quedarnos en casa es la medida de mayor solidaridad que podemos hacer; ese granito de arena nos puede salvar, hacer que los otros estén bien, haría que todos estemos bien.
Por lo tanto, se han dado actos de amor, de vecinos que antes no se conocían y ahora ofrecen ayudarse unos a otros. Las familias se unen por la pantalla y la virtualidad que nos ofrece esta época. Contamos con esos recursos, que si bien no reemplazan, para mi gusto el contacto cara a cara, el mirarse a los ojos, ver los gestos del otro, sentir el calor de un abrazo, el aroma de los cuerpos, compartir en una fiesta de celebración de cumpleaños, una boda, o cualquier otro tipo de acto ceremonial que nos hace humanos. Con la tecnología ha surgido la creatividad, y el desarrollo de nuevas rutinas, en esta vida “modo pandemia”, como lo ha llamado nuestro Ministro de Salud, el Dr. Daniel Salas.
Sí, se dan cursos virtuales, se hace un doble esfuerzo para estar en soledad frente a la pantalla, ya sea para recibir un taller de conversación de algún idioma, un club de lectura, o seguir, de alguna forma ingeniosa, con un curso lectivo que recién acababa de iniciar. Todos sufrimos las consecuencias de estar aislados socialmente. Aunque sí podemos salir, hacer ejercicio, y desplazarnos de una u otra forma, se reduce la posibilidad de compartir con los otros. Esos otros pueden contagiarnos, y sin saber, enfermarnos y destruirnos. El Covid 19 nos privó de abrazos, de contactos cercanos con nuestros adultos mayores y amigos. Los restaurantes están reabriendo con muchas medidas, las entregas a domicilio han aumentado, no podemos planear una salida al cine de forma espontánea, ni armar un grupo para salir o invitar amigos a casa.
En estos momentos, ya no es el papel higiénico el que nos daría confort tenerlo almacenado en las despenas. Ahora hacemos filas en los supermercados, usamos guantes, y los que las soportan, aunque no sepan su uso correcto, mascarillas. Se agota el polvo de hornear, la gente retomó las lecturas, la cocina, y otros pasa tiempos, para los cuales en la vida tan ajetreada que estábamos viviendo, nunca alcanzaba el tiempo. La gente, al inicio de la pandemia, estaba como lo diría Byung-Chul Han, agotados, producto de esa sociedad del cansancio, ya vigente antes de que apareciera la pandemia.
Además vivimos de forma colectiva el estrés y la incertidumbre. Pero aún antes ya habitábamos con estos dos invitados. Había estrés antes de la pandemia y lo habrá una vez que la oleada pase, porque el virus llegó para quedarse y nos ha llevado a reflexionar, ponernos a prueba y a reinventarnos como sujetos. Y, ¿qué es el estrés? Según el diccionario de la Real Academia Española,” es una tensión provocada por situaciones agobiantes que originan reacciones psicosomáticas o trastornos psicológicos, a veces graves”. Es cierto, la psique y el cuerpo son uno, nuestros pensamientos, emociones e inconsciente, puede enfermaros. El ciclo circadiano- ese que nos marca las horas del día, el sueño y la vigilia- en casa, se altera, surgen problemas de insomnio, ansiedad, angustia, dolores de estómago y espalda. Se localiza el estrés en el cuerpo, y es por ello que nos toca apostar por la esperanza, por un mundo y una vida mejor luego de la crisis.
Toda crisis nos lleva a cambios. Son momentos para sacar ventaja, aprovechar y tratar de hablar y resolver problemáticas que se habían quedado estancadas, varadas, sin resolver. Hoy, muchos adultos hacen teletrabajo desde sus casas, mientras sus hijos están separados del proceso de socialización tan importante para ellos. No digo que sea fácil, para nadie, pero sí podemos elegir la actitud con la que caminemos por esta travesía tan impensable.
No me parece adecuado repetir frases trilladas como las de sostener que el planeta tierra finalmente tuvo el respiro que necesitaba... Pero podemos constatar la armonía que existe entre la naturaleza y los seres humanos. Había un desequilibrio, pasó abril y el aire está más limpio, las flores despertaron y los animales volvieron a ser libres. Nosotros también podemos ser artistas en esta época y apostar por reinventarnos y construir nuevos caminos. Es indispensable ser más responsables con nuestros recursos. Si bien no estamos en guerra, estamos viviendo momentos particulares en los cuales podemos echar mano de los avances tecnológicos. Sí, a veces es importante ser pacientes, pero no significa eso, que nos quedemos estáticos. Considero que tener la oportunidad de vivir esta experiencia es un fenómeno interesante, que nos marca y nos invita a reflexionar, a crear y agradecer la vida que tenemos hoy. Depende de nuestra actitud de no perder la esperanza, llave secreta que abre puertas…
Leticia Rímolo Bolaños
Psicóloga Clínica Litoral
leticiarimolo@yahoo.com
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