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EL PELIGRO DEL PENSAMIENTO SUPERLATIVO

Alfred Kaufmann

Lo que caracterizó mi primera relación de amor fue que nos decíamos las cosas de acuerdo al dictado emocional y nunca de acuerdo a los principios de la razón. Las leyes de la razón no existían. Éramos exclusivamente emocionales. Nos casamos cuando yo tenía 24. Una relación superlativa.


Como el pensamiento de Trump: superlativo. Trump solo se puede referir a sí mismo como: "tremendously-beautiful-excellent, no-one-would-have-done-it-better -than-me, I´m the most… and sleepy Biden …he is the wooorst”. (Así se percibe Trump: Tremendamente exitoso y nadie lo pudo haber hecho mejor que él)


Parece que Trump no puede pensar de otra manera. Su pensamiento es superlativo. No hay un balance ni una justa medida con la realidad que no sea la que él imagina. Trump afirma que nadie hubiera podido manejar la pandemia mejor que él, aunque los datos duros digan lo contrario, con la mayor mortalidad del mundo, con un país dividido y un problema de salud mal resuelto.


¿Cuánto puede aguantar uno viviendo en el universo superlativo?. No mucho. Como en mi primera relación de amor. ¿Cuánto se sostiene una relación en donde todo es superlativamente emocional, donde la magnitud de las vivencias no guardan proporción con la realidad objetiva?. Las pequeñas cosas hacían explotar volcanes y las cosas importantes, se minimizaban. Después de 7 años todo terminó.


El exabrupto del diputado Rodriguez Steller nos muestra el pensamiento superlativo: el diputado infiere que “ya que el ministro Salas no pudo cuidar a su padre de contagiarse de C19, el ministro no puede cuidar a nadie”. A partir de un hecho absolutamente común y usual (como contagiarse) lo convierte en una ley general y universal para todo el mundo. Superlativo. ¿Cuánto daño le pueden hacer a un país líderes que piensan en modo superlativo?


AMLO le dice a los mexicanos que se “abracen con mucho amor, coman muchas tortillas y nunca digan mentiras”, eso los va a cuidar del coronavirus. Su pensamiento superlativo minimiza la importancia de una situación y deja a los mexicanos a la buena de su pensamiento mágico. Negación y parálisis.


El pensamiento superlativo es peligroso porque nos hace percibir la realidad de una manera distorsionada, exagerada y eso nos impide ver con claridad y tomar buenas decisiones. Más o menos así:

1. Mis decisiones se basan en creencias e ideas independientes de la realidad

2. Mi realidad no concuerda con los datos por lo tanto los datos están mal

3. Los otros no piensan igual a mis creencias por lo tanto los otros están equivocados


La pandemia ya es de por sí un hecho monstruosamente grande como para que líderes, grupos de influencia y todas las personas que tienen megáfono en las redes sociales, hablen desde su “superlatividad” mental. El Covid-19 es 10 veces más mortal que la “gripeciña” de Bolsonaro (por si todavía hay duda).


De esa primera experiencia de amor aprendí que la recuperación después del final fue la parte más difícil, pero que con apoyo, consciencia y guía uno sale bien (incluso mejor que antes).


Vamos a salir de esta pandemia tarde o temprano, pero intuyo que podría ser más temprano si regulamos el pensamiento superlativo.


Y por supuesto, si nos tapamos la boca (y la nariz) maldita sea!


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