PRIMERA ETAPA DEL DUELO: LA NEGACIÓN
Me di cuenta que estaba frito a mediados de abril, la noche del jueves santo que coincidió con la pascua judía y me reuní con toda la familia por Zoom.
Después de la cena nos quedamos chateando y comiendo hasta que quedamos solamente mi hermana, mi cuñado y yo.
Era la primera vez que nos preguntamos a calzón quitado, “cómo estas” desde que empezó la pandemia.
Era la primera vez que confesaba públicamente que mi negocio estaba al borde de la quiebra. Después de 22 años de levantarlo, sostenerlo, pagar la CCSS y los impuestos y darle trabajo a 18 personas estaba agonizando. Pero aún así había algo en mi interior que me decía que esto pasaría y que todo volvería a la normalidad. Tuve la mala suerte de que la industria del comercio al detalle fue de las que más golpeó la pandemia.
SEGUNDA ETAPA DEL DUELO: LA RABIA
He leído y escuchado en redes sociales a gente inteligente hacerse boba. Pero no es que los inteligentes sean bobos, sino que entraron en la segunda fase del duelo: la rabia. Despotrican y buscan culpables: Carlos Alvarado, Macaya y Salas pasaron de ser héroes a villanos durante esta etapa. No dudo que cometieron errores. Alguien antes que ellos había tenido que gestionar alguna crisis de esta magnitud? Pero es más fácil ponerle nombre y cara al culpable que intentar ser racional. Son unos "desgraciados malnacidos" dicen en redes, lo están haciendo mal señalan los expertos, abran el país suplican los menos favorecidos. La rabia obstruye mentes agudas y los convierte en una masa vociferante. Todos estamos hartos del confinamiento, de que nos hayan robado la libertad y que hayan destruido mi economía. La pandemia me robó mi libertad, me robó mi futuro, me robó mi independencia, me robó mis planes al corto plazo, maldita sea! Todo eso da rabia.
TERCERA ETAPA DEL DUELO: LA TRISTEZA
Perdí el 70% de mis ingresos y los tiquetes a Toronto para visitar a mi mamá de 87 que vive sola. Nadie sabe cuándo realmente podremos volver a transitar por el mundo de manera segura y económica. Me siento triste por la gente que vive en el día a día y necesitan salir a la calle a buscar el alimento para su familia, me angustia pensar en eso. Todos perdimos algo, desde lo más rutinario como tomarse un café a las 5 pm con un queque seco en aquel café hasta los ingresos. Perdimos libertad, perdimos rutina y costumbres, perdimos el contacto físico, una salida con los compas a un bar a decir estupideces divertidas, perdimos los viajes, perdimos el teatro, el cine y los conciertos. Perdimos discotecas y música poniendo la gente a saltar y celebrar.
Perdimos el control de nuestro futuro inmediato. Perdimos unos más y otros menos. Es un momento triste porque algo se fue, ya no está y no sabemos cuándo volverá.
CUARTA ETAPA DEL DUELO: LA ACEPTACIÓN.
Personalmente he podido negociar con mi Yo interior y he podido aceptar algunas cosas. Acepto que se hayan truncado mis planes. Me rompo la cabeza todos los días para crear una manera para recuperar mis ingresos, pero acepto mi realidad no sin un poco de angustia. Acepto la virtualidad. Acepto el liderazgo de nuestros gobernantes de turno: creo que son honestos y sacaron la tarea en términos de la salud. Me cuesta aceptar que todavía faltan dos años hasta que todos estemos vacunados en CR. Tal vez esta ultima es la que más me cuesta, pero no hay opción. A mal tiempo buena cara dice mi mamá.
LA BENDITA RUTINA.
1 de agosto 2020. Hoy es el primer día después de varias semanas de martillazo. Finalmente voy a poder abrir mis tiendas aunque no espero mucho. Por dicha, el 30% de los costarricenses siguen recibiendo un salario integro y completo. Ojalá que todo ese 30% salga a las calles (con el tapabocas y la distancia) a gastar un poco de esperanza en los comercios, restaurantes y hoteles.
Escrito por Alfred Kaufmann
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